jueves, septiembre 20, 2007

No fue por el penal de Caszely

Cuando Chile jugó el Mundial de España 82, quedó eliminado en primera fase -tras tres derrotas- esencialmente por la pésima planificación que incluyó 5 meses de concentración, acertada para las tropas que van a una guerra, pero no para un equipo de fútbol que, sin sexo y sin vida por tanto tiempo, terminó marchitándose y ahogándose antes de jugar. Malamente, se sindicó al goleador del equipo Carlos Caszely, como el culpable del fracaso por el simple hecho de errar un penal. Pocos comentaron que el penal no sólo fue al comienzo del primer partido (habían muchas chances para remontar) sino que un penal errado no es determinante de un partido (tal vez sí en casos extremos, como en una definición a penales). Tuny Robledo, era el intelectual del equipo de Coya Sur, más conocido como los comemuertos. Robledo -pareja secreta de la hija de 15 años del presidente de la Asociación- dijo alguna vez: En las raras ocasiones que iba con nosotros, aparte de beber nada más que refrescos, terminaba enfrascado en la misma discusión de siempre con sus compañeros de equipo. Tomándose la cabeza con ambas manos, se lamentaba teatralmente que cómo cresta los duros de mollera no podían entender algo tan básico: "que de haber convertido ese gol que me farreé al comienzo del partido,tal vez no hubiésemos ganado tres a cero como ustedes dicen, y ni siquiera dos por cero como ganamos al final, sino que incluso podríamos haber perdido dos a uno. O cuatro a dos. O haber empatado a once. O qué mierda sé yo. Hasta podría haber sucedido que el encuentro se suspendiera por el aterrizaje de un platillo volador en el círculo central de la cancha. Porque de haber metido ese gol al primer minuto de juego -¡cómo no lo van a entender los guarisapos de vino barato!- el entramado del partido habría variado completamente"."Y no sólo el entramado del partido", terminaba preconizándoles con el índice en ristre, "sino que hasta habría variado el mismísimo curso de los astros del universo". El Fantasista, Hernán Rivera Letelier

No hay comentarios.: